TESIS 21
LA CREACIÓN DE UN NUEVO CIELO Y UNA NUEVA TIERRA, Y EL DESCENSO DE LA NUEVA JERUSALÉN
El Padre celestial HARÁ NUEVAS TODAS LAS COSAS, creando un nuevo cielo y una nueva tierra muy diferente a la actual, y sobre ese nuevo mundo descenderá la Capital Universal del Reino de Dios: la nueva Jerusalén, entonces el Dios Padre morará personal y visiblemente con los seres humanos inmortales. El TRONO de Dios y del Mesías estará en la Nueva Jerusalén (Ap.22:1, 3), lo cual indica que ese nuevo planeta será la sede del Gobierno Universal del Reino de Dios y del Mesías, es decir, ¡el Mesías no dejará de reinar después del Milenio!, sino que seguirá reinando por los siglos de los siglos (Ap.22:5), por lo tanto, es completamente falsa la doctrina de que el Reino del Mesías durará solo mil años, ¡el Milenio serán únicamente los primeros mil años del Reino eterno del Mesías!, y durante ese Milenio las naciones DE LA TIERRA serán gobernadas con "vara de hierro" (Ap.5:10, 20:4-6), pero después del Milenio el Universo entero seguirá siendo gobernado por Jesús y el resto de santos glorificados (Ap.22:5).
¿Qué es la Nueva Jerusalén?
LA NUEVA JERUSALÉN ES LA IGLESIA DEL MESÍAS: "9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. 10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios," (Ap.21:9-10). La esposa del Cordero es la IGLESIA, compuesta por todos los santos (Ap.19:7-8). Por lo tanto, la enseñanza de este pasaje del Apocalipsis es bien sencilla: La Iglesia de
l Mesías descenderá del cielo a la nueva tierra después del Milenio, y estos santos, que componen la Iglesia del Mesías estarán morando en una ciudad celestial LITERAL, la cual Juan describe con todo lujo de detalles, como veremos después.
Los ciudadanos de la Nueva Jerusalén
LA NUEVA JERUSALÉN NO SERÁ LA MORADA DE LAS NACIONES. Las naciones de la nueva tierra serán gobernadas e iluminadas por esa Nueva Jerusalén celestial, y los reyes de la tierra llevarán a esa Nueva Jerusalén la honra y la gloria de las naciones (Ap.21:24-26). Por lo tanto, las naciones seguirán existiendo en la nueva tierra después del Milenio.
Todos los seres humanos que vivan en la nueva tierra serán inmortales, pues la muerte habrá destruida en el lago de fuego (Ap.20:14-15, 21:4), sin embargo, los santos glorificados, la Iglesia, morarán en la Nueva Jerusalén celestial, y reinarán sobre todas las naciones. Estos santos glorificados serán los ciudadanos de la Nueva Jerusalén.
No hay que confundir la Nueva Jerusalén, con la nueva tierra, son dos cosas diferentes. La primera será la ciudad gloriosa de Dios, el Tabernáculo o Casa de Dios, habitado por la Iglesia del Mesías glorificada, mientras que la nueva tierra será el nuevo planeta, habitado por las naciones que fueron salvas: "24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella (de la nueva Jerusalén); y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella". (Ap.21:24). El pasaje es bien sencillo: las naciones de la nueva tierra habrán sido salvas, y esas naciones prosperarán a la luz de la Nueva Jerusalén, y los reyes de esas naciones subirán a la Nueva Jerusalén para llevar la gloria y la honra de sus naciones.
Descripción de la Nueva Jerusalén
A Juan le fue mostrada, de forma anticipada, esa gloriosa ciudad celestial, y la describió de la siguiente manera:
Esa ciudad celestial tendrá la gloria de Dios, y resplandecerá como una gigantesca piedra preciosa de jaspe, transparente como el cristal (Ap.21:11).
La nueva Jerusalén tendrá una muralla y 12 puertas custodiadas por 12 ángeles, y en cada puerta estará escrito el nombre de cada una de las 12 tribus de Israel (Ap.21.12). El simbolismo espiritual de esto es sencillo: los que entrarán en la nueva Jerusalén son el verdadero Israel de Dios, el pueblo de Dios, la familia de Dios, por eso es que Pablo dijo que los cristianos somos DESCENDENCIA DE ABRAHAM, es decir, israelitas (Ef.3:27-29).
La muralla de la ciudad tendrá 12 cimientos, en los que estarán los nombres de los 12 apóstoles del Mesías (Ap.21:14). El simbolismo espiritual de esto también es sencillo: la nueva Jerusalén, es decir, la Iglesia de
l Mesías, está edificada sobre el fundamento de los APÓSTOLES y profetas, tal como enseñó Pablo (Ef.2:20), es decir, las doctrinas de los cristianos verdaderos están basadas en la enseñanza de los 12 apóstoles, siendo el Mesías la piedra del ángulo, en la cual todo el edificio de Dios (la nueva Jerusalén, la Iglesia) va creciendo, para ser un templo santo en el Señor (Ef.2:21). Observe, por tanto, como la nueva Jerusalén, descrita por Juan, tiene un simbolismo espiritual, es decir, ¡esa ciudad celestial será una ciudad LITERAL y física, pero con un simbolismo espiritual!.Juan dijo que la ciudad es de base cuadrada, de 2.200 kilómetros de largo, y 2.200 kilómetros de ancho, es decir, su inmensa extensión será como toda Europa. Ahora bien, Juan dijo que la ALTURA también medirá 2.200 kilómetros (Ap.21:16), lo cual indica que esa ciudad tendrá forma de PIRÁMIDE (no de cubo), ya que la estructura piramidal armoniza perfectamente con el simbolismo espiritual: en el vértice estaría el trono de Dios y del Mesías, del cual manará un río transparente agua de vida (Ap.22:1). En una estructura en forma de cubo esto sería imposible.
La muralla de esa ciudad medirá 65 metros de altura (Ap.21:17).
Los cimientos de la muralla estarán decorados con toda clase de piedras preciosas (Ap.21:19-20).
Las 12 puertas de la ciudad serán 12 perlas de tamaño gigantesco, y la calle principal será de oro puro transparente, ¡una especie de oro desconocido en la tierra! (Ap.21.21).
No existirá ningún templo en esa ciudad (Ap.21:22), es decir, esa ciudad celestial no tiene que ver nada con el templo de Jerusalén. En la nueva Jerusalén no existirá ni el sacerdocio levítico, ni sacrificios de animales, todo esto será cosa del pasado.
La nueva Jerusalén no tendrá necesidad del sol ni de la luna, porque la gloria de Dios la iluminará, y el Mesías será el portador de esa gloria de Dios (Ap.21:23), por lo tanto, el ciclo del día y de la noche no existirá en esa ciudad gloriosa. El sol y la luna iluminarán la nueva tierra, ¡pero no la nueva Jerusalén!, ya que ella tendrá su propia luz o gloria divina.
Las naciones de la nueva tierra "caminarán" a la luz de esa ciudad (Ap.21:24), esto significa que todas las naciones prosperarán bajo el gobierno perfecto de la nueva Jerusalén, y los reyes de la tierra irán a la ciudad celestial para entregarla las riquezas de esas naciones (Ap.21:26).
Solamente entrarán en esa ciudad gloriosa aquellos que tengan su nombre escrito en el libro de la vida del Mesías (Ap.21:27). Los que tienen escritos sus nombres en ese libro de la vida son los DISCÍPULOS DEL MESÍAS, es decir, la congregación de los primogénitos escritos en los cielos (Lc.10:20, Heb.12:23).
Un río de agua de vida transparente manará del trono de Dios y de
l Mesías (Ap.22:1). Ese río de agua de vida caerá desde la cúspide de la ciudad, como una gigantesca catarata, hasta la base, y regará toda la nueva tierra.El río de agua de vida correrá por el centro de la calle principal de la ciudad, y a cada lado del río crecerá el árbol de la vida, cuyo fruto producirá 12 cosechas al año, una por mes, y las hojas de ese árbol servirán para la sanidad de las naciones (Ap.22:2). Este árbol de la vida es el mismo árbol que existía en el jardín del Edén (Gen.2:9), y el fruto de este árbol tiene la propiedad de otorgar la inmortalidad al ser humano (Gen.3:22). Por lo tanto, Dios, por medio del fruto de ese árbol, otorgará la inmortalidad a los seres humanos de las naciones que fueron salvas, y las hojas de ese árbol otorgarán la salud plena a los seres humanos que vivan en la nueva tierra, o incluso a los seres humanos que vivan en otros planetas.
Los siervos de Dios verán al Dios Padre cara a cara, y llevarán su nombre en la frente (Ap.22:4), y reinarán por los siglos de los siglos (Ap.22:5). Estos siervos de Dios serán los moradores de la nueva Jerusalén, es decir, los santos glorificados, la Iglesia del Mesías. Ellos gobernarán sobre todo el Universo por los siglos de los siglos, es decir, ellos serán la élite o aristocracia espiritual de reyes y sacerdotes, los cuales tendrán todo el poder y el dominio sobre el Universo entero. Por lo tanto, es completamente falso decir que los santos reinarán solamente mil años con
el Mesías. Ellos reinarán con el Mesías durante mil años sobre las naciones de ESTA TIERRA (Ap.20:4-6), ¡pero después de esos mil años literales, los santos seguirán reinando por los siglos de los siglos!, pero el ámbito de su reinado ya no será solamente la tierra, sino todo el Universo, con sus incontables planetas.
Esta Revelación del Mesías termina diciendo que todas estas palabras del Apocalipsis son verdaderas y dignas de confianza (Ap.22.6). ¡Todos aquellos que rechazan el Apocalipsis, están rechazando el testimonio de Jesús , el Mesías! (Ap.22:16), sin embargo, los cristianos que guardamos las palabras de esta profecía, somos felices, dichosos (Ap.22:7).
Para terminar, el Mesías dijo bien claro que la Profecía ya está completa o perfecta con esta Revelación, y que, por tanto, ¡ya no se puede añadir ni quitar nada de ella!, y quien añada otras "revelaciones proféticas" a la Iglesia, él recibirá las consecuencias de ese engaño, que consistirá en su exclusión del árbol de la vida, y de su morada en la nueva Jerusalén (Ap.22:19). Estas palabras del Mesías armonizan perfectamente con lo que dijo el apóstol Pablo. El dijo que, en su época, los cristianos solo profetizaban EN PARTE, es decir, ¡la revelación profética dentro de la Iglesia aun era incompleta, parcial, en la época de Pablo!, pero cuando viniera lo completo o perfecto, entonces esa profecía parcial daría paso a la profecía completa (1 Co.13:9-10), ¡y los cristianos ya tenemos esa profecía completa!, que es la Revelación de Jesús : el Apocalipsis, la verdadera Iglesia de
l Mesías ya no necesita más revelaciones proféticas nuevas, pues los perfecto o completo ya llegó, y felices son todos aquellos cristianos que oyen y guardan esta Profecía perfecta: "3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca." (Ap.1:3).
FIN
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